En el mundo del café existen una serie de términos que nos sirven para describir las sensaciones que experimentamos al degustar una taza de café. Hoy os enseñamos a identificar tres de ellas.
Aroma. Es un atributo esencial del buen café. Es lo primero que percibimos al tomarlo y anticipa cuál será su sabor. En los buenos cafés el aroma es más intenso y permite distinguir sus notas más deliciosas y características: afrutado, floral, fresco…
Es una característica sensorial y muy particular.
Cuerpo. Se refiere a la consistencia y densidad del café en boca. Está relacionado con los aceites y grasas que se extraen durante el tratamiento del grano. Es una cualidad deseable en el café que aporta sensación de plenitud a la bebida. Al cuerpo del café se le atribuye la sensación de persistencia del sabor en la boca después de tragarlo.
Acidez: un sabor agradable e intenso que se percibe en la parte lateral de la lengua. Es una propiedad presente de manera natural en los cafés Arábicas. Muy valorada y relacionada con el cultivo en altura y en suelos ricos en minerales. Cuanto más se tueste un café menor será su acidez, por ello se percibe mejor en los buenos cafés con tueste claro. Los cafés de especialidad suelen tener mayor acidez, por tanto se asocia a cafés de mejor calidad.
Como contrapunto a la deseable acidez encontramos el amargor, una cualidad deseable hasta cierto límite y que perjudica al sabor del café si es demasiado intensa. Se trata de un sabor primario del café proporcionado por la cafeína y otras sustancias, es fuerte y áspero, una característica predominante en los cafés Robusta. Un exceso de tueste también aporta amargor a la taza.
En España se asocia equivocadamente el café fuerte y amargo con el buen café, y no debería ser así. El exceso de amargor camufla el resto de connotaciones de un café.
Ya tienes las claves para identificar un buen café ¡Ahora solo falta practicar y disfrutar!
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